Síntesis sobre la Ley del KARMA
De acuerdo con varias religiones el karma sería una energía metafísica (invisible e inmensurable) que se deriva de los actos de las personas. De acuerdo con las leyes del karma, cada una de las sucesivas reencarnaciones quedaría condicionada por los actos realizados en vidas anteriores. Es una creencia central en las doctrinas del budismo, el hinduismo, el yainismo, y el espiritismo.-
El Karma es una ley cósmica, ética-evolutiva que no está controlada o sometida por ninguna regla moral o dogma religioso, ella se basa en el principio de la reencarnación y en algunos aspectos se parecería a la ley física que dice que, para cada acción hay una reacción.
Desde que nos despertamos hasta que nos dormimos, desde que nacemos hasta que morimos , no podemos permanecer sin generar karma, vale decir, que nadie podrá permanecer inmune a esta ley. Asimismo, ésta es una de las verdades universalmente más aceptada y a su vez una de las más antiguas que se conoce, y ha sido revelada a la humanidad por los grandes maestros que han vivido a lo largo de la historia, desde tiempos remotos: Buda, Krishna, Lao Tse Tum, Confucio, Platón, Sócrates y hasta el mismísimo Jesús.
De modo que podemos concluir diciendo que el karma es la manera de cómo el pasado influye sobre el presente, pues karma es pasado y presente. Tal es así que éstos también influyen sobre el futuro, en esta vida o en la vida venidera. “Es el acto mental de la voluntad. Después del deseo viene la acción mediante el cuerpo, la palabra o el pensamiento” (Buda).
Nuestra Umbanda basa su origen en las creencias africanas e indígenas, estas a su vez fueron influenciadas por el catolicismo, kardecismo, ocultismo europeo, cabalá hebrea y las filosofías orientales. En lo que respecta al Karma detallaremos de la mejor forma posible “porqué el Karma forma parte de uno de nuestros fundamentos y cómo funciona”.
Si recordamos que las dos naciones que dieron nacimiento a nuestra Umbanda creían en la reencarnación y coincidían en el culto a sus ancestros (tanto los Bantú como los Tupí Guaraní), tenemos aquí una de las bases más importantes de nuestro dogma religioso (el espiritismo).
Si tomamos en cuenta que nuestra Religión es una Ley revelada por espíritus de caboclos y pretos viejos y que éstos a su vez fueron expulsados de las mesas kardecistas en la que el Caboclo de las 7 Encrucijadas le dio nacimiento; a pesar de ello no podemos obviar al kardecismo, que en aquella época ejercía una gran influencia en la gran mayoría de los cultos afro - amerindios que se desarrollaban en Brasil y la Umbanda no fue la excepción. Sin embargo, a partir de estas enseñanzas obtenemos el aporte del Karma , al influjo de la filosofía oriental. Además el Karma , directamente ligado a la reencarnación y ésta a su vez, al espiritismo, fueron dando forma a los fundamentos básicos que hacen al culto de nuestra Religión.
Pues bien, el Karma es un fundamento que deriva directamente de las filosofías orientales, rica (por cierto) en estos conocimientos. Esta doctrina al tomar contacto con la civilización occidental sufre (según nuestra opinión) cambios de importancia. Efectivamente, muchos de los que introdujeron estas enseñanzas en occidente, han intentado adaptar a nuestra sociedad los efectos del Karma en nuestras sucesivas vidas, obviando o dejando de lado su parte esencial que hacen del Karma un sistema complejísimo, según opinión de los propios maestros de Oriente, confirmado por estudiosos calificados en el tema.
Todo el mal que hagamos tenemos que pagarlo y todo el bien que podamos hacer nos será recompensado, y finalizan diciendo que: “Dios nos dio libre albedrío y podemos hacer lo que queramos, pero todos nuestros actos tenemos que rendir cuentas ante la justicia divina”.
Sin embargo, veamos con una actitud contraria a la anterior cómo se manifiesta el karma en nuestras vidas. Si un individuo profiere palabras destinadas a herir a otros y éstas no provocan en el destinatario una reacción hostil y además son recibidas con contenida calma y contención, en tal caso ese “regalo” volverá de regreso a quien lo da, algo así como un boomerang y esto a su vez ejerce su peso sobre nuestros karmas.
Las malas acciones, las palabras dañinas, y los pensamientos que lo motivan, pueden no perjudicar al otro, pero no dejarán de tener efectos dañinos en el carácter del que las hace o dice, por esta razón cada uno de nosotros es entero responsable de su karma, que es de su inalienable propiedad. Esto nos recuerda que somos los únicos y legítimos herederos de nuestras acciones y quienes al fin y al cabo, recogeremos los frutos.
Pero nosotros creyentes, no deberíamos de perder la esperanza, por que también se dice que es una gran virtud conocer nuestro propio karma, lo que vale decir, este beneficio nos brinda la posibilidad de ir desprendiéndonos de nuestro propio karma; practicando el amor universal que abarca a todas las criaturas, como así también la búsqueda del conocimiento esotérico, que una vez adquirido contribuirá a la formación de la conciencia superior y permitirá al individuo acceder a la unión con Nzambi.
Cuando entendemos esto no juzgamos a nadie porque nos damos cuenta, que cada cual está dando lo que puede, según su entendimiento y su escala de evolución.
Las posibilidades del Karma son inagotables, complejas y desconcertantes a la vez, de modo que es muy difícil someterlo al juicio de nuestra moral, como pretenden algunos. Las formas de manifestarse el karma pueden llegar a sorprendernos. Tomemos por caso el siguiente ejemplo: una persona de carácter bueno e irreprochable, que vive una situación por demás tranquila y segura junto a su familia y amigos, le bastará con una sencilla equivocación, quizás incluso de menor importancia, para arruinar su vida entera, su reputación, su carrera y felicidad y en algunas situaciones puede llegar a producir un serio deterioro en su carácter e incluso en su salud.
Sin duda que es mediante la eliminación de la ambición, del odio y del engaño como se llega a su fin y esto a su vez sólo puede suceder en el complejo (cuerpo – mente) donde se originan el sufrimiento y su causa. Pero existe un mensaje esperanzador (como decíamos anteriormente) en nuestro caso, religiosos y creyentes umbandistas conocer nuestro propio karma y por medio de la doctrina intentar ponerle fin a la noria o por lo menos atenuar el karma futuro.
Pues bien, el Karma como Ley universal que es, sufre (inevitablemente) diversos cambios producto directo de la adaptación que debe de asumir cuando ingresa a una nueva cultura que contiene distintos valores morales, éticos, espirituales y místicos, diferentes a los valores de la cultura que le dio el nacimiento filosófico. Así como los cristianos lo han adaptado al dogma dictado por Jesús, también la Umbanda lo condicionó a sus propios principios religiosos espirituales, de tal modo que a los Orixás Acestrales o (Mayores), a los Espíritus Ancestrales y por supuesto a nuestros mitos se los ha sazonados con la Ley del Karma.
De tal modo, que en esta senda de la reencarnación presidida por los Orixas Ancestrales y los Espíritus Elevados regidos por éstos, es que el umbandista esotérico encontrará en esta vida, su paraíso o su valle de lágrimas, según sus méritos o deméritos.
De modo que, las siete vibraciones originales de los Orixas Ancestrales modifican las fuerzas elementales que actúan en la naturaleza terrestre y por eso mismo ellos se constituyen en señores de las fuerzas de la naturaleza, presidiendo cada una de ellas a uno o más principios básicos, tales como: Espiritual, Astral, Mental y Físico, creer en el hombre y creer en la naturaleza.
De esta forma, los siete Orixas Ancestrales: Oxalá, Oxosse, Ogum, Xangó, Yorí, Yorimá e Iemanjá, se constituirán a través des Espíritus Elevados (Caboclos, Pretos Viejos e Ibejis) en nuestra jerarquía ancestral, orientando el pasaje de los seres astrales por el campo vibratorio que le sea benéfico o que les fue asignado: reino animal, reino mineral, reino vegetal y espíritu encarnado. Es con la primera encarnación, que se inicio en la Tierra la Vía de Re-ascenso, Ley de Causa y Efecto (Karma) nuestro largo camino de vuelta o retorno a la pureza del Espíritu.
Entonces la reencarnación (directamente ligada al Karma) solamente puede ser entendida como un objetivo de darle al Ser Espiritual, ocasiones y situaciones para lograr una verdadera regeneración.
Cada reencarnación nos enseña una lección: cada buena acción anula una mala acción, cada mala acción genera una corrección. De ahí que las sucesivas reencarnaciones tengan sus propias pruebas, experiencias, ligaciones dolorosas, amorosas y hasta el dolor físico (si es necesario), como una forma eficaz de obligar al espíritu a evolucionar.
De modo que, la muerte no libera al Ser Espiritual de las aflicciones mentales que han sido causa de sus deseos y dolor, esto quiere decir que los espíritus desencarnados continúan sujetos a los dolores, placeres y emociones semejante a los nuestros y es que para intentar satisfacerlos es que ellos desean volver a encarnar.
Mas todo esto será posible si se obedece la Ley de Causa y Efecto (Karma) sobre la suma de las acciones en sus diversas encarnaciones. Es por eso que, en una reencarnación nada sucede por casualidad, todo obedece a lo que fue determinado por los Tribunales Astrales.
Los Tribunales Astrales son de tres ordenes: Tribunal Supremo Planetario, Tribunal Astral Superior y Tribunal Astral inferior. El Tribunal Supremo Planetario, es el responsable por la suma de acciones colectivas de toda la humanidad en todos los tiempos, como parte integrante de todo el Universo Cósmico.
Los Tribunales Astrales Superiores, regido por la Cofradía de Espíritus Ancestrales, son los responsables por el control de la suma de acciones grupales de cada colectividad religiosa espiritual que existió, existe y existirá en la Tierra.
Los Tribunales Astrales inferiores, son regidos directamente por Espíritus Elevados (Caboclos, Pretos Viejos y Ibeijis) quienes ejercen el control directo de la suma de las acciones individuales de cada uno de nosotros, en relación con sus semejantes y de acuerdo a la colectividad religiosa a la cual pertenece.
Esto a su vez nos llevó a reflexionar sobre la enorme importancia que tiene éste fundamento para nuestra Religión, de ahí que en todo momento intentamos separar al karma de los acostumbrados juicios moralistas e idealistas manejados en nuestra sociedad occidental judeo-cristiana ya que como ha quedado visto estamos expuestos a nuestro libre albedrío. Y si de algo nos sentímos reconfortado, es que la cultura que le da origen al karma se maneja con preceptos morales muy similares a los indígenas y africanos.