BALANCE ANUAL...



En primer lugar lo más importante es que sepas que no se trata de los típicos “propósitos de año nuevo”, que decides un día después de tener una idea espontánea y que se mantienen sólo mientras suenan las campanadas.
Hacer una revisión anual va más allá; puede ayudarte a reconocer patrones negativos que has ido siguiendo sin darte cuenta a lo largo del año, pensar con mayor claridad sobre cambios que deseas hacer pero que hasta ahora no te has atrevido,  darte cuenta si estás actuando conforme a lo que piensas o te estás dejando llevar por las circunstancias, valorar tus logros y por qué se han dado éstos y muchas cosas más.
Hay muchas formas de hacerla; desde dedicarle algunos minutos a pensar en los grandes eventos del año a darle vueltas durante varios días a los detalles más minuciosos de tus próximos pasos
En primer lugar, me gusta empezar pensando las cosas que han ido bien a lo largo del año y las que no han ido tan bien. Las que han ido bien, porque me gusta volver a recordarlas, alegrarme de nuevo y comprobar que voy teniendo resultados. Y las que han ido mal, porque me gusta recordarlas desde otra perspectiva, entender por qué han pasado y cómo puedo aprender de ellas.
El balance personal es una forma de conectarse con sigo mismo, por eso debe realizarse sin prisas, aunque cada quien marca su estilo, lo importante es no empezar un nuevo año sin haber hecho una pausa antes.

Para ello, la sicóloga clínica Mariely Said propone las siguientes claves publicadas en un artículo del diario La Tercera de Chile:

- Realizar un balance de fin de año es hacer un alto en el camino que puede resultar beneficioso. Mirar hacia atrás implica ver aquello que nos propusimos y logramos y aquello que deseamos pero no pudimos alcanzar.

- Este recuento es una oportunidad de crecer, independiente de que al final sea positivo o negativo, pues permite un aprendizaje.

- Existe la tendencia a recordar sólo lo malo, aquello que no pudimos lograr y que nos causa frustración. Sin embargo, la satisfacción en la vida no depende sólo de los éxitos, sino de aprender a disfrutar de las cosas sencillas, de aquello que logramos y de lo que tenemos hoy.

- Cada momento difícil que afrontamos trae consigo una oportunidad en la vida, una madurez distinta, mayor empatía y cercanía con los demás. “La desesperanza nos invade cuando nos preocupamos tanto de lo que nos hizo sufrir en el pasado que no miramos hacia el futuro”, explica Said.

- Hacer planes a futuro puede ser altamente motivante para las personas, pues se convierten en una guía a seguir. A la larga servirán para evaluar qué metas logramos alcanzar y aceptar aquello que podemos o no cambiar.

- Expresar en público algunas de nuestras metas ayudará a generar un grado de compromiso con lo que decimos. “El desafío es pasar de las palabras a la acción, cumplir aquellos que decimos y hacer lo que soñamos”, enfatiza la sicóloga.

- Lo importante es evitar las frustraciones por aquello que queríamos y no alcanzamos a realizar durante el año. Said enfatiza que “cuando las personas llegan al final de su vidas no piden que les traigan sus diplomas, sino quieren estar rodeados de aquellos a quienes aman. La sabiduría consiste en aprender esto lo antes posible”.

Es el objetivo principal de todo balance, pues el ejercicio carecería de sentido si no incluyera esta última fase. De las experiencias se aprende y gracias a este tipo de reflexiones, se acrecienta el conocimiento propio, lo cual se traduce en beneficios para el desarrollo personas y las relaciones con los demás.

Al culminar esta valoración, debe quedar un sentimiento de esperanza y actitud positiva hacia el nuevo ciclo que empieza. Nunca una actitud derrotada, sino un norte claro para seguir.



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